¿Podemos referirnos a la escena punk como revolucionaria, anticapitalista y contra-hegemónica? ¿Es acertado afirmar que en el intento de tomar las bandera del anti-capitalismo fue rápidamente explotado y utilizado por parte de la cultura comercial de masas? ¿Su efímero “Boom” y posterior decaimiento responde a este cambio de campo? Quizás en su génesis podremos encontrar este punto de inflexión en lo que (en sus inicios) supo ser un movimiento contestatario y anti-sistémico transformado, luego, en un mero producto más del capitalismo de mercado.

Greil Marcus, periodista y crítico cultural norteamericano, plantea que el “Punk” más que un movimiento musical es un movimiento social. Esta definición tiene asidero si establecemos que la “escena” cultural de los 60 y los 70 tienen particular vínculo con el desencanto generalizado de las juventudes (aquellos nacidos de la posterior conflagración mundial del 39 al 45) respecto de sus condiciones deterioradas de vida. Principalmente en acontecimientos como: la depresión económica vinculante a la crisis del petróleo en 1973 (y su posterior suba de combustibles), Guerra de Vietnam (1965 – 1975), inflación en crecimiento y altas tasas de desempleo.

No es descabellado, entonces, advertir que las contraculturas y/o subculturas germinadas en los tiempos posteriores al colapso de los Estados de Bienestar o “edad de oro del capitalismo”, tuvieron principal protagonismo en los sectores que más vivamente sufrieron la crisis económicas y sociales devenidas de estas nuevas políticas de ajuste. Es la contracultura, entonces, el instrumento que encuentran los sectores de la juventud para  enfrentar la nueva conformación política/económica de los Estados nacionales de occidente; y la música, será un engranaje fundamental para poder expresar y «gritar» todo ese resentimiento y odio contra un “sistema opresor, represor y desigual”

En conclusión, las continuas crisis socioeconómicas fueron el eje articulador para la aparición e «implosión» en 1976 de las primeras bandas reconocidas (y de convocatorias más masivas) con estética y sonido «punk». Aunque ya en el 70 se visualizaban grupos de este estilo, su «nacimiento» es análoga a otros estilos musicales como, por ejemplo: El jazz, el blues, el rock y otras formas de producción musical que crecieron y se formaron en situaciones de protesta social, autoritarismo, abuso y opresión. En síntesis, de su inconformismo.  

Pero para intentar abarcar la génesis del Punk no solo debemos centrarnos en sus antecedentes musicales como concepción única de sus influencias culturales y estilísticas, ni tampoco debemos recaer en la de sus orígenes ideológicos como marca acentuada de su rama contestataria. El punk es un movimiento que converge distintos aspectos que confluyen y se complementan en un arraigado esquema de diversidad: desde lo estético-cultural, hasta los político y musical.  

Enfocarnos en sus orígenes y sus principios como movimiento “anti-sistémico” es relevante a la hora de descifrar sus principales características intrínsecas. Pero es necesario, además, tomar como objeto de estudio a los sujetos que pertenecían a estas minorías emergentes, la cuales se caracterizaban por una profunda convicción de cambio y de radicalidad. Un paroxismo de la juventud frente a los tabúes políticos y sociales de la época.

La definición del «punk» era (y es) ambigua en términos musicales, y durante el primer lustro de los 70 fue un ámbito de disputa poder definir sus principales concepciones ideológicas. Unos de los problemáticas que presenta el punk como movimiento «radicalizado» es su clasificación como estructura. En su determinismo por chocar de frente contra los estatutos «normalizadores» del cuerpo social, numerosas fueron las controversias que este movimiento tuvo en sus inicios. No era raro observar comunidades punk con esvásticas (en algunos caso con tono irónico) en sus camperas de cuero (lo que después se termina organizando como la música OI que hasta los 80 se llamó street punk o punk callejero), tampoco tuvieron su «decoro» los New York Dolls que, con sus vestido rojo y banderas comunistas en el escenario, intentaron provocar a una sociedad notablemente influenciada por el macartismo ideológico.

Ese derrotero de «evidentes» contradicciones caracterizó al punk rock en sus inicios: desde bandas que optaron por el neo-nazismo (Skrewdriver) en su matriz musical y letrística, como aquellos que decidieron impactar con temas sensibles dentro de una sociedad enmarcada por la confrontación de la guerra fría. Pero, ¿no es acaso el capitalismo un formato económico que se estructura bajo la base de sus propias contradicciones?, ¿puede ser este modo de música el producto y la más viva muestra de ese esquema económico hostil y desigual? Si el punk es una construcción  que se modeló bajo la tutela de una sociedad capitalista de rasgos contradictorios, ¿debemos mencionarlo como una tendencia contra-cultural? o más bien ¿Cómo un producto subcultural servil al capitalismo y engranado en la periferia de la hegemonía moderna? 

Varios fueron los autores e intelectuales (entre ellos Dick Hebdige y Andy Bennet) que han batallado para dar significado a distintas tendencias minoristas. En la necesidad de encasillar a variopintos colectivos de jóvenes que hicieron ebullición a los largo de los 60 y 70, se intentó darle una “explicación” a los comportamientos hostiles para/con las formas sociales establecidas. La comparación pudo poner luz a una situación, que a priori, parecía conflictiva por no decididamente inacabada. Es que la equidistancia entre las generaciones de entreguerras y las que nacieron post crisis del capitalismo son abismales, pero necesarias para entender los nuevos formatos culturales de la jóvenes británicos de los años 70 y sus cambios en su conformación cultural e ideológica.    

El término subcultura entendido como concepto y escisión de lo “natural”, de la ruptura de lo concebido en términos de “normalidad” social, puede o no ser revolucionario, puede, al mismo tiempo, ser instrumento propia del capitalismo moderno. Sin embargo, el impacto simbólico de estos grupúsculos son sumamente visibles a los largo de la década del 70, tanto en EEUU como en Gran Bretaña. Por ejemplo, El autor Dick Hebdige, investigador social especializado en cultura popular, describe en su libro: Subcultures: The meaning of style (Subcultura: El significado del estilo) que las subculturas inglesas, especialmente la subcultura punk, tienen particular relación con la necesidad de los jóvenes de encontrar un «lugar» en la sociedad. Desde una concepción marxista, Hebdige identifica a las subculturas como la herramienta que tienen estos sujetos de identificarse contrariamente a la cultura de sus antecesores (sus padres) para así generar una distancia y un «rebelarse» frente un pasado fuertemente conformista y ¿anti revolucionario?  

Por otro lado, Andy  Bennet, profesor de Sociología Cultural de la Universidad de Griffith, reconoce la función político-social que la música genera en amplios sectores alternativos y hace una comparación con el hipismo en estados unidos y su rol antibelicista en los años 60. Pero, a su vez, también insiste en la relación que las subculturas tienen con la necesidad oponerse y sublevarse ante las asimetrías sociales y económicas de una clase con otra.  Bennet, además, entiende que los comportamientos humanos han cambiado y que estos están íntimamente relacionado  con las sociedades de consumo masivo y que esta es notablemente influenciable por la matrices del mercado capitalista. ¿Puede que los inicios contestatarios del punk haya sucumbido ante esta fáctica influencia?

Puede que el Punk allá sido un poco de ambas cosas, puede que haya mutado de una a otra. Sin embargo, no deja de ser destacable su carácter de rebeldía, de enfrentamiento a lo establecido y de intentar demostrar el inconformismo presente de los trabajadores de las clases medias y bajas de una sociedad que se avizoraba sin un futuro claro. Y sus vertientes asimilan un poco de esta situación paradojal. Fuera de todo tendencia relacionada al mainstream y lo musical como comercial, las primeras bandas de punk tenían un fuerte compromiso político (anarquistas) y social (anarco-Punk), eso después, y a partir de las mismas subdivisiones que tendrá el estilo, se perderá a lo largo de la década de 70.  

Si bien el anarco-punk será un tendencia minoritaria dentro de la escena “rockera”, dejó una importante marca para el devenir del punk británico anti-británico, y será la base primera de la expresión del desencanto, la marginalidad y la visión de un futuro distópico, que luego retomaran grupos como The Clash o Sex Pistols en sus canciones y discos. Aquí podríamos aseverar que nace etimológicamente la famosa frase «No Future», entre la evolución del anarco-punk y la aparición de un punk más «comercial», pero de rasgos fuertemente anti-políticos.

«No future» (sin futuro) fue una frase relevante utilizado por casi todo el repertorio de estas bandas, pero sobre todo utilizada como frase de cabecera de los Sex Pistols, en su canción justamente llamada “No Future”. Dicha expresión marca a fuego el pensar mismo de la cultura punk. Derivado de la posibilidad de la extinción humana a manos de la propia humanidad el «sin futuro», puede explicar algunas de la variables del nacimiento de este tipo de música en la Inglaterra de los años 70. Tal sintomatología se deberá abordar desde una nueva perspectiva y una nueva forma de entender la política de aquellos años: desde la negación del presente y del pasado, hasta la necesidad de una cambio social radical y total.

Estos movimientos, aunque disruptivos, tomaron (en lo musical) variaciones estilísticas del Rock de los años 60. En lo que se consideraba el «agotamiento del Rock», el punk intentará diferenciarse a partir de canciones más acotada, la cuales no debían durar más de tres minutos y que se rigiese bajo la simplicidad de no más de tres acordes. El punk, entonces, florece en momentos donde el rock clásico convocaba grandes cantidades de público y se asentaban bandas de rock progresivo como: Yes, Jetrho Tull y Génesis, músicos que combinaban canciones de hasta 20 minutos, acompañados de teclados y solos de guitarras extremadamente extensos.

Estas nuevas formas de hacer  música de rock, acotadas en tiempo y con velocidad en sus acordes, se la denominará música de Garaje, el antecedente más inmediato a los grupos que después formaran las primeras bandas encasilladas en el proto-punk. Teniendo en cuenta que el término «Punk» hace su aparición en mayo de 1971 en la revista neoyorkina «Cream», en la columna de Dave Marsh (crítico de música estadounidense) llamada Looney Toones. Este término tiene un significado ambiguo. El autor William Burroughs, ensayista y crítico social estadounidense, define su origen con una clara connotación negativa, como un insulto a los homosexuales de la época. Asimismo, no podemos dejar pasar que las influencias más relevantes se entremezclan entre la mutación del rock and and roll clásico en combinación con el desasosiego de las clases trabajadoras y su necesidad de vomitar su inconformidad respecto de una sociedad alienada y enajenada. Un verdadero Frankenstein de influencias.

Respecto de la geografía donde el Punk tendrá principal trascendencia, dos ciudades serán los escenarios donde estos jóvenes tomaran la incitativa y empezarán a darle forma a este movimiento: Nueva York (Estados Unidos) y Londres (Gran Bretaña). Es en estas dos metrópolis florecerán y destacarán grupos musicales como los Ramones y los Sex Pistols. Estos grupos tendrán particular influencias de bandas de rock de los 60 como: MC5, The Velvet Underground , The Stooges, Patti Smith, Dictators Go Girl Crazy y los New York Dolls.

Además, es importante destacar  que CBGB (Country Bluegrass and Blues), en Nueva York, será uno de los locales (Bar) que albergará a grupos musicales que luego darán forma a la escena punk norteamericana. Aquí se acercaban las bandas que no tenían lugar en otros establecimientos, y tuvieron su inicio grupos musicales que luego fueron relevantes en la música, ejemplo: The Ramones, The Damned, Blondie, Richard Heds, Lester Bangs y otros. Una de sus particularidades era que, como prioridad, tocaran aquellos grupos que producían música propia, original. El establecimiento se destacaban, además, por la presencia de poetas y escritores de orígenes progresivos.

En Gran Bretaña, por su parte, y a raíz del desempleo en cantidades industriales a mediados de los 70, sobre todo en jóvenes de menos de 25 años (que vivan del seguro de desempleo UB40), se comienza a generar una  matriz sociocultural en las masas trabajadoras de los barrios populares de Londres. Era común que bandas con tendencias «punk» hagan recitales en casas «okupas», hogares tomados por jóvenes desempleados y con problemas de inserción económica. El punk británico no fue exclusivamente autóctono, sus influencias derivan directamente del otro lado del océano. Tanto revistas como «La revista Punk» o grupos musicales como Los Stooges, quienes de alguna manera dieron las bases musicales del estilo, fueron esenciales para la escena proto-punk de Londres de la década del 70.

Con la música como eje catalizador del descontento social, no debemos obviar que el Punk es un movimiento convergente y sus influencias no solo vienen de la música del rock y el desasosiego social de los desafortunados jóvenes del 70. Esta música de protesta juvenil, también, recupera vertientes artísticas de principio de siglo; y en su concepción tiene derivaciones directas del dadaísmo (estética), noción que aspira a desapegarse de todos los códigos establecidos por el «sistema dominante». El «dada» fue, además, una vanguardia profundamente anti artística que ponía en cuestión la existencia de la literatura, y la poesía, y al propio arte. La vestimenta punk es de alguna manera vinculantes a esta rama «artística».

El dadaísmo (que luego se convertirá en el «situacionismo») es un movimiento artístico -o “antiartístico”- que surge en la Suiza neutral en tiempos de la Primer Guerra Mundial, es allí donde los intelectuales de la época criticaban los usos de la guerra, la carrera armamentista y hasta se burlaban de obras de arte hasta entonces intocables, siendo, a su vez, fuertemente críticos del estilo de vida burgués y de su tradicionalismo. El punk toma de allí su estilo, abigarrado y rupturista. Es que tanto el arte “dada” y el punk rock tienen una misma visión de futuro: distópico y desesperanzador. Muy similar, también, a los preceptos que toma el punk del “futurismo” en términos de la «destrucción para re construcción». De allí surge la frase o el “mote” de “punk and destroy” muy usado en las bandas anarquistas de la escena hardcore-punk. Así lo definía Grey Marcus, crítico de música y ensayista literario estadounidense: «El punk debe estar dispuesto a rechazarse a sí mismo a medida que se consolida, ha de estar abierto al cambio y renunciar a los beneficios. Es una manera de anarquía similar al dadaísta Cabaret Voltaire».

En su relación con la vanguardias, el punk ataca a la burguesía, o mejor dicho, a los sujetos e “instituciones” que la reproducen desde los más amplio márgenes de su alternancia. Y en su avanzada contra esta se ampara bajo las formas autogestión: produciendo sus propios fanzines, sus propios discos y hasta teniendo sus propios sellos. Sin lugar a dudas, el estilo autogestivo es una de sus influjos más determinantes en su estilo libertario y anticapitalista. Y se rige, además, en consonancia con las formas más alejadas de la industria cultural.

Acompañados de los influjos vanguardistas de principio de siglo XX, también se torna la norma la práctica la ética del llamado DIY (do it yourself),“elabora tu propio mundo usando la creatividad y en el entendimiento de una sociedad más justa”. El DIY surge como mecanismo de autorrealización y hace hincapié en la ética de la autosuficiencia a través de la realización de tareas sin ligazón a la producción en masa, buscado una alternativa al mercado capitalista, convencional y tradicional. El punk tomará la idea del DYI para la fabricacion y confeccion de folletines y hasta de sus propias vestimentas. En los 70 No era raro ver camperas de cuero con parches e imágenes de distintas bandas que hacían alusión a estas grupúsculos musicales. 

En conclusión, los inicios del punk rock no pueden ser desatendidos de la propia coyuntura socioeconómica desde donde emana. Al mismo tiempo, es imprescindible -y también necesario- vincularlo realizando una analogía con otras formas de expresión que, en medidas cuentas, intentaban resistir a un capitalismo que los dejaba al margen de una sociedad que no los amparaba. Si la respuesta política no era acorde a la necesidades vinculantes de la población no fue sorprendente, entonces, que esta «sublevación» haya sido encarada por los jóvenes de los barrios británicos y neoyorkinos, jóvenes de barrios centrales (en medio de países centrales) con graves crisis económicas, sociales y también culturales.  

Estos “niñatos” serán los que de alguna manera opongan resistencia a los nuevos mandatos establecidos de las sociedad y ellos serán quienes a partir estos nuevas formas de «comunión» generarán focos de resistencia o, al menos, una alternancia al estatus quo preestablecido.  Es en este sentido que el punk restablecerá ciertas viejas costumbre de vanguardias de principio de siglo, aquellas que revolucionaron el arte y la cultura de entreguerras. Al fin y al cabo el  punk podrá ser un continuismo de estas formas de expresión. 

En sus inicios, también encontraremos la raíz de su efímero e inacabado protagonismo que tuvo en el segundo lustro de los 70. Aunque hoy sigan existiendo grupos musicales caracterizado y encasillados dentro de este estilo en particular, no es ajeno que la matriz  política e ideológica de los años 70, evidenciara un cierto deterioro en la siguientes décadas,  tanto en los 80 como en los 90. Esta mutación hizo del punk una música más comercial y desligada de los slogans primigenios los cuales se caracterizaba. 

No es sorprendente que su aparición se homologue en un mundo recubierto de un consumo masivo e industrialista. Y el romanticismo que cubre los ideales de protestas pr un mundo más justo se convino frente al tabú de lo desordenado, desorganizado. Frente a lo estáticamente incorrecto y lo musicalmente  Por mi parte, y en relación a la identidad que supo tener el punk rock en sus inicios, desde una aspecto ético-social, lo considero un proceso musical inacabado, el cual sucumbió a las normas del mercado y puso fin a una contracultura que supo tomar las riendas del descontento juvenil y ponerla de cara a una modernidad social enajenada, movió las sEs por debemos aseverar que lo consideramos acabado «¿Punk Not dead?».  Lo efímero del punk rock se puede explicar desde distintas pero convergentes situaciones. Ese boom contracultural que después (como muchos otros movimientos contraculturales) será apropiado por el propio “sistema” y perderá así su marcado estilo subversivo, convirtiéndose en un mero producto comercial. La necesidad de la controversia en la música de los 70 vino acompañadas de fulgurantes situaciones de crisis políticas y sociales.

Bibliografía: 

– Valentina Ivaylova Dimitrova “El punk como resistencia: el arte, el estilo de vida y la acción política del movimiento como camino para crear un nuevo mundo”.

– Dick Hebdige:  Subcultura: El significado del estilo.

– Martín Droghei – El punk, una subcultura de exportación: Génesis y analogías entre los casos de Gran Bretaña y Argentina. Capítulo IV. «Entre el nihilismo y el no future».

-Augusto Dorado: Artículo  «Auge y caída del Punk». 

Documentales:-PunksAttitude https://www.youtube.com/watch?v=A3MuSsdIy58&t=1069s

 

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